miércoles, 20 de mayo de 2015

Eco-feminismo




Pensando el feminismo desde el Sur: una lucha anti-especista

"El feminismo es la lucha por un mundo en el que diferencia no implique dominación. Por eso el feminismo no sólo tiene que ver con la mujer o con lo femenino (y por eso el feminismo no sólo beneficia a las mujeres sino también a los hombres, a los niños sin importar su género, y poco a poco también empezará a beneficiar a los animales), sino con un cambio de paradigma en el que la diferencia no implique abuso, el poder no implique dominación. Eso es lo hermoso del feminismo y la lección más importante que debe aprender de sí mismo cuando la víctima sea un animal no humano". Activistas feminista y animalista Eva Benet

"Los animales del mundo existen por sus propias razones. No fueron hechos para los humanos, del mismo modo que los negros no fueron hechos para los blancos o las mujeres para los hombres" Alice Walker, activista vegana y feminista.


"You cannot claim to be against the oppression of females and fight against gender inequality while eating animal products or supporting animal exploitation of any form. It’s just so absolutely outlandish given the ways that our patriarchal culture is so heavily rooted within animal agriculture. It is debatable that perhaps the animal agriculture system is where the entire patriarchal system began. Do you not understand that the meat, dairy, and egg industries flourishoff of the subjugation of females and their reproductive systems? Can you not see that this entire system is built around the principle of reproductive control of female bodies and the objectification of them?"
"If you claim to be a feminist and you're not vegan, then you're absolutely confused on what the meaning of feminist is". Kaye, activistas vegana y feminista.

Las luchas de reivindicación sociales han existido desde que la opresión existe, y sobre todo surgen en contraposición a la subordinación y jerarquización basadas en las diferencias. Estas luchas generan cambios y resistencia ante el orden hegemónico establecido cuando la clase afectada se hace consiente de la violencia estructural o coyuntural que sufre. En ese contexto, surge la lucha feminista, como ya veremos más adelante, este proceso de emancipación ha tenido varias olas. Pero, el factor clave, para propósitos del presente estudio, es la similitud de los presupuestos epistemológicos entre dos luchas, la previamente mencionada y el animalismo. Profundizando un poco más en los factores de fondo no de forma de las luchas. Si hacemos un análisis de las diferentes luchas reivindicativas encontramos que todas las luchas de izquierda tienen ciertos preceptos en común. Sin embargo, el principal problema es, justamente, la separación y/o divergencia de las luchas e incluso la contraposición de una con otra. Esta perspectiva univoca y unilateral, desde mi punto de vista, ha logrado poca o nula incidencia en la liberación total. La lucha de clases, la lucha ecologista, la lucha feminista, la lucha animalista; todas por su lado, a veces atacándose e invalidando la legitimidad de una u otra lucha.
En ese contexto, unilateral y deficiente de las luchas, surge mi pregunta principal. Si el 
especista rompe el principio de igualdad al asignar mayor valor a la vida de una especie que a la de otra, por el simple hecho de que la especie discriminada no nació dentro de la especie privilegiada; el racista rompe el principio de igualdad al asignar mayor valor a la vida de los blancos que a la de los negros, del mismo modo en el sexismo se rompe el principio cuando se asigna mayor valor a la vida de los hombres que a la de las mujeres, las diversidades sexo-genéricas y las masculinidades no-dominantes. A la final el prejuicio de discriminación responde a la misma dinámica, las relaciones de poder. Todas las sub-alteridades/alternidades son violentadas bajo la misma subordinación, unas más que otras, apoyadas en el imaginario colectivo de la sociedad, y con esto en discursos hegemónicos que reproducen actitudes y comportamientos que refuerzan estos imaginarios.

                      

            Esta investigación se sostiene en el marco conceptual de la antropología de género, antropología queer y en los estudios críticos sobre los derechos de los animales. Se abordaran varias temáticas. Primero, la conceptualización del género en relación a las construcciones culturales que sostienen la subordinación de las mujeres. En este proceso, dado que la subordinación de las mujeres y de los animales es paralelo, se harán referencias históricas y teóricas para problematizar esta relación. Segundo, se hablará sobre la relación epistemológica y esencial entre feminismo y animalismo. Y finalmente, desde la antropología queer y desde la teoría de la liberación total se cuestionara al feminismo antropocéntrico, y posibles soluciones para deconstruir los binarios en relación al sexismo y especismo.
La construcción y definición del concepto de género siempre ha sido confusa, ambigua y compleja (Casares, 2008). A pesar, de la difícil conceptualización, la antropología de género que surge en 1970 en gran medida, por el movimiento feminista (Casares, 2008), ayuda a entender el concepto de género, sus relaciones simbólicas e interseccionalidades (parentesco, religión, producción), las relaciones de poder y formas de opresión. Desde aquel marco conceptual se analizan los binarios que soportan la subordinación de las mujeres. Según Tubert (2003) estos conceptos antagónicos son: mujer-hombre, naturaleza-cultura, privado-público. Todas estas percepciones dicotómicas que soportan la subordinación y determinan la inaccesibilidad a ciertas áreas del estrato social, y sobre todo limitan el accionar de las mujeres, están mediadas bajo el determinismo biológico y a partir de eso como dice Tubert (2003) surge una construcción social para ser precisos del pensamiento de occidente.  La infravaloración de las mujeres está sujeta a su corporalidad, está dada por su materialidad como “mujer-biológica”. Esta “biologización” del cuerpo se traduce en: la mujer que por sus cualidades reproductivas, por su “sexo” –categorías biológicas- tiene que regirse a los dictámenes en relación a su “genero” femenino –categorías sociales-. Es decir, la mujer como dadora de cuidados dentro de su “naturaleza” pertenece al estrato “privado” por lo tanto es inexorable que las mujeres se empoderen de su cuerpo en cualquier expresión sexual o insubordinación, que transgreda este sistema culturalmente construido y preestablecido. Bajo esta misma lógica este sistema prohíbe y castiga el acceso a ciertas áreas de índole, específicamente, “masculinas”. Esto, produce otro cuestionamiento: qué es lo “masculino” ? Ya se profundizará sobre este concepto más adelante. Por ahora, sigamos problematizando la dicotomía naturaleza-cultura, y en general todos estos paradigmas culturales pensados desde los binarios porque como veremos más adelante, las mismas distinciones semánticas antagónicas basadas en los conceptos maniqueistas, previamente mencionados, que se usan para subordinar a las mujeres se usan para subordinar a otra clase de oprimidos, los animales no humanos.
En ese contexto, es interesante cuestionar la marcada universalidad de la subordinación de las mujeres para considerar los conceptos antagónicos naturaleza-cultura. A pesar de que las concepciones y los simbolismos, relativos a las mujeres, sean distintos de acuerdo a la perspectiva cultural, la infravaloración de las mujeres es un imperativo (Ortner, 2005). El sistema social, en general, tiene como estructura una marcada asunción: la inferioridad de la mujer; esto se sostiene bajo tres pilares importantes: ideología específica, simbolizaciones y constructos socio-culturales (Ortner, 2005). Como ya veremos más adelante, estas concepciones y simbolismos universales devienen en concepciones y simbolismos para los animales no humanos. Ya profundizaremos la relación teórica entre feminismo y animalismo pero hasta entonces cuestionémonos estos factores que sostienen las relaciones de poder y dominación sobre el “otro”, sin importar quien sea ese “otro”.

Esta universalización de la inferiorización del “otro”, en este caso, de las mujeres se traduce en que las sociedades que subordinan a las mujeres adquieren un imaginario colectivo que sitúa a las mujeres más cercanas a la naturaleza, y a los hombres a la cultura. Esto se debe, en parte, al determinismo genético, dado que la mujer tiene facultades naturales de procreación está apegada a la naturaleza (Ortner, 2005). Con base en aquel determinismo biológico se construyen los roles marcados y tradicionales de las mujeres. En suma, uno de los fuertes paradigmas que sostienen su subordinación es la naturalización de su supuesta inferioridad con base en diferencias determinadas biológicamente.


En orden de seguir problematizando las cuestiones de género, recordemos la difícil conceptualización de: Género, y con esto sus límites. Como dice Casares, la construcción de género surge para romper con el determinismo biológico de lo “femenino” y lo “masculino”, el propósito fue acabar con el pensamiento identitario dualista (2008). A breves rasgos el género es una construcción socio-cultural, por lo tanto, una categoría social impuesta a cuerpos sexuados (Casares, 2008). Sin embargo, la noción de género sigue sujeta a los dualismos del sexo: hombre y mujer, por supuesto que fue un gran pasó el hecho de replantearse “lo femenino”, “lo masculino” y muchas otras categorías. Pero, como se plantea. Y con la primera ola del feminismo se cayó y se perpetuaron los mismos discursos que un inicio se cuestionaban (Casares, 2008). La complejidad de la sexualidad humana es amplia así como sus construcciones socio-culturales. Es por eso necesario pensar las teorías feministas más allá del género, e incluso más allá del sexo. El problema de diferenciar es que en base a esa diferenciación necesariamente se jerarquiza y se discrimina a todos/as quienes salgan de la normatividad. Y ese fue el problema del feminismo neófito se lo pensó desde el sistema, único, de las mujeres y no desde un sistema complejo de género. Se terminó reproduciendo y repensando las teorías desde la normatividad de los binarios.
            A propósito del feminismo como humanismo. Es preciso cuestionarse que es lo considerado “humano”, y sobre todo quien lo ha construido. Buttler y Soley-Beltran dicen que lo que se piensa cómo humano tiene características muy específicas: visibilización de una raza, reconocimiento de una morfología, verificación perceptiva de un sexo, categorización de una etnicidad (2006). En ese sentido, quienes se salen de cualquier de las normas planteadas son entendidas como menos humanas, y por lo tanto, están sujetas a discriminación, sub-ordinación y violencia. Entonces, esto nos hace cuestionarnos el feminismo, realmente, es humanismo ? Y sobre todo, a preguntarnos sobre quien es el “otro”. Problematizando nuestra relación con el otro y sobre nuestra propia otredad. Tenemos un sistema en donde la tolerancia es la norma, y muchos no la acatan, sin embargo la inclusión debería ser la norma. Repensar como mi yo se construye a partir del otro, y como esa construcción necesariamente implica rechazar lo que no es concebido como mío. Entonces para incluir al “otro” tenemos que expandir lo “humano” o “animalizarnos” ? Es necesario pensar nuestra propia otredad, y como el otro no deja de ser el otro ya que no se le tolera, sino se le incluye. Con este contexto dado doy, eventual, fin al marco de la antropología de género.
            Entonces, retomemos las preguntas sueltas que se responderán en este momento, al vincular lo ya inherente y esencialmente vinculado: el feminismo y el animalismo. Qué es lo “masculino”? Las mismas distinciones de conceptos antagónicos se usan para subordinar a los animales no-humanos? las concepciones y simbolismos universales devienen en concepciones y simbolismos para los animales no humanos, también? La lucha feminista y la lucha animalista reproduciendo discursos que refuerzan su dominación ? El feminismo es un humanismo o es animalismo, la solución es “animalizarnos” o “humanizarnos” ? Todo esto será analizado en el marco de la antropología queer, las intersecionalidades, el colonialismo y los estudios críticos animalistas.
            Lo que une a todas las luchas de izquierda es la contraposición a un fuerte paradigma estructural que se reproduce día tras día a través del discurso, de las relaciones de poder, de la división sexual del trabajo, de actitudes y comportamientos que violentan a las alteridades, el capitalismo. Este modelo socio-económico es nuestro enemigo en común. Un sistema inviable que piensa en la naturaleza como una bestia a la cual hay que domarla y explotarla, del mismo modo con todas las demás alteridades: animales no humanos, mujeres, diversidad sexo-genérica, diversidad étnica, etc. Esto con un fin superior, la acumulación por la acumulación del capital, el crecimiento económico y el vivir mejor. En este sistema que mercantiliza la vida, y reduce a unidades de producción a todxs quienes no están en el poder, es imposible pensarnos a nosotrxs las alteridades, lxs indixs, las mujeres, los animales no-humanos, la naturaleza como un fin por sí mismo. Esto es inviable para el capitalismo. La valía de cada ser esta medida por su capacidad productiva. En ese contexto, es imposible pensar a la lucha feminista y animalista desligada de una fuerte crítica al colonialismo, y con esto por supuesto al judeo-cristianismo.
El colonialismo-moderno reproduce discursos hegemónicos, heteronormativos, eurocéntricos, patriarcales, androcéntricos y falo-céntricos que obstaculizan la re/de-construcción del especismo y el sexismo. Es por eso que abrazo la teoría queer. La antropología queer es una línea de teorización neófita, que comenzó en los años 90 (Casares, 2008). Según Viteri, Vidal-Ortiz y Serrano, lo queer es un acto desestabilizador (2010). En ese sentido, la antropología queer tiene ciertos retos de carácter metodológico y teórico. Por ejemplo, sus principales objetivos son: de-construir las formas de apropiación identitarias lineales, hegemónicas y heteronormativas (Casares, 2008). Segundo, de-construir los supuestos binarios que se han naturalizado y legitiman reproduciendo discursos en donde se subordina y discrimina al “otro”, ese otro es todo aquel que no entra dentro de las categorizaciones binarias heteronormadas, todo aquel que entra dentro de lo que se considera como “humano”: hombre, europeo masculino, blanco-mestizo de clase media-alta. La complejidad de lo queer implica romper con la heteronormatividad, la homonormatividad, el eurocentrismo, y sobre todo para propósitos de este ensayo implica romper con el antropocentrismo moderno-colonial y entender, necesariamente desde interseccionalidades, cómo desde discursos y articulaciones socio-políticas, religión, etnicidad, clase y diversidad sexo-genérica se reproduce y perpetua la dominación del “otro” (Travéz, Castellanos, Viteri, 2013). Esto, en suma es de-construir los antagónicos: hombre/mujer, masculino/femenino, y de una vez introduzco el último binario romper también con la más grande división semántica: lo humano/animal.
Es importante destacar la importancia del movimiento y la teoría “queer” dentro las luchas sociales de izquierda anti-capitalista. Lo queer, no necesariamente involucra pertenecer a las diversidades sexo-genéricas: gays, lesbianas, bisexuales y transexuales, sino, una persona puede ser queer, por el simple hecho, de transgredir la normatividad y los discursos hegemónicos imperantes que se reproducen y se construyen mediante y por el capitalismo. En ese sentido, lo queer no solo abarca género y sexualidad sino también: raza-etnicidad; clase e incluso especie.
Entonces, qué es lo masculino ? Lo masculino es una construcción socio-cultural que tiene relación con lo público y con lo cultural (Casares, 2008). Las masculinidades, a pesar de haber varias, pues ya hemos aclarado que la complejidad de la vida es grande, solo se traduce en una sola: las masculinidades dominantes y hegemónicas (Bourdieu, 2000). Esta masculinidad estática tiene ciertas características: incapacidad de expresar sentimientos, virilidad, agresividad (Casares, 2008). Tal vez, se pregunten que tiene que ver las masculinidades con el animalismo. La relación está en las estructuras de poder que reproducen las mismas distinciones antagónicas para jerarquizar y violentar. Halberstam (2008) expone muy bien qué pasa cuando alguien adopta otro tipo de masculinidad, qué pasa cuando alguien adopta lo que acuñó como: masculinidades femeninas. Lo que nos hace introducir la segunda pregunta. Las relaciones sociales de poder-dominio se fundamentan en binarios absolutos que no dan cabida a cuestionamiento ya que perpetúan una relación inequitativa que favorece a alguien, en este caso a toda persona que entre dentro de lo que se considera como “masculino”. Lo mismo pasa con la subordinación de los animales.

                   

Richard Ryder, un psicólogo social en 1970 acuño el término especismo (Citado en Singer, Casal, 1999). El cual implica todo un sistema de dominación del otro que se fundamenta en la diferencia. La especie privilegiada explota y subordina a todo ser que no entra dentro de la especie protegida. Es un prejuicio discriminatorio al igual que el racismo o el sexismo, la diferencia está en que la violencia no se base en la condición sexo-genérica ni en la etnia o clase social sino en la especie. El mismo sesgo absurdo que como ya hemos estudiado se fundamenta en binarios, en dicotomías y en realidades maniqueistas. En el caso del sexismo, como ya vimos es: naturaleza/cultura, publico/privado, masculino/femenino, hombre/mujer. En el caso del racismo: blanco-mestizo/diversidades étnicas. Y en el caso del especismo: humano/animal, civilizado/bárbaro, naturaleza/cultura. Melanie Joy, una psicóloga social que estudió la psicología del carnismo y cuyo nombre de su publicación es Por qué amamos a los perros, nos comemos a los cerdos y nos vestimos con las vacas (Joy, 2013), encontró distinciones semánticas similares. La mayoría de la sociedad tiene en su imaginario cultural: “mascota”= perros, gatos; “comida”=vacas, pollos, cerdos, peces; en virtud de esas distinciones semánticas se excluye de toda consideración moral o asignación de derecho a toda especie que sale de la normatividad (Joy, 2013). Sin embargo, como Singer planteó esto carece de sentido, y está lleno de falacias lógicas. El principio de igualdad consiste en tener las mismas consideraciones morales de un ser, sin importar la naturaleza del mismo (Singer, 1999). Los animales son un fin por sí mismos. Es decir, si todxs tenemos intereses en seguir vivos, nos alejamos del dolor y experimentamos el placer, por qué habrían de respetarse esos intereses en la especie humana y no en la de los demás ? Quien se oponga al principio de igualdad es un fanático de su especie, al igual que los fanáticos de la “raza” blanca o los fanáticos de la superioridad masculina.
Entonces como vemos son similares los antagónicos que se usan para subordinar a las mujeres y para subordinar a los animales no humanos. Otro factor similar, no solo en estas dos clases de subordinación, sino en todas es la objetivación o animalización de los oprimidos. Hace 500 años los indios no eran humanos, sino animales-bestias. Hace 200 años los negros no eran humanos sino bestias-animales de trabajo. Y hace 75 años las mujeres no eran humanas sino bestias-animales, máquinas de parir.

                                    

El carnismo es un sistema violento e invisible que se apoya y fundamenta en diferentes instituciones para perpetuarse: educación, relación con los pares, medicina y leyes (Joy, 2013). Esto es a propósito de la tercera pregunta, la universalización de la subordinación. Las concepciones y simbolismos universales devienen en concepciones y simbolismos para los animales no humanos ? Por supuesto que sí. El carnismo introyecta en el individuo tres paradigmas que sostienen la explotación de los animales, y sobre todo no dan cabida a cuestionamiento: “El consumo de animales muertos es normal, natural y necesario” (Joy, 2013). Esto se nos hace conocido ? Claro que sí, la esclavitud de los negros fue normal, natural y necesaria. La subordinación de las mujeres y la supremacía de los hombres es normal, natural y necesaria. Como profundizamos, previamente, la naturalización es un factor predominante en cualquier tipo de dominación. En suma, los animales no humanos, las mujeres y cualquier tipo alteridad/sub-alternidad son objetivizados bajo los mismos paradigmas. El capitalismo no nos considera un fin por sí mismo, sino un medio para un fin ulterior ajeno de nuestros propios intereses. La función de los animales no humanos se ha convertido en su ontología, es decir: “¡no hay vacas que den leche sino "vacas lecheras", no hay ganado que sea asesinado y descuartizado para el consumo de su carne sino "ganado de carne"! Nótese aquí cómo las palabras configuran realidades radicalmente diferentes. Convertir sus funciones en ontología significa pensar que los "animales domésticos" no tienen vida más allá de su relación, de dominio y apropiación, con los "seres humanos"” (ética, política y animalismo, 2013). Lo mismo pasa con las mujeres, no son seres que existen cuyos fines están sujetos a su propia decisión sino que son: madres, amas de casa, trabajadoras sexuales, etc.

Problematizando la tercera pregunta. La lucha feminista y la lucha animalista reproduciendo discursos que refuerzan su dominación ? Este aspecto es esencial de analizar, lamentablemente, las luchas de izquierda se oprimen unas a otras. Somos esclavos/as encadenando con nuestras propias cadenas. Sin embargo si analizamos las raíces de fondo del animalismo encontramos que: “el animalismo no es el culto de un clan sobre otro clan. Por tanto, el animalismo no es un heterosexualismo, ni homosexualismo, ni transexualismo” (Preciado, 2014). Esta premisa, es sencilla de entender, el animalismo surge en contraposición al antropocentrista moderno-colonial. La lucha animalista defiende a las más dominadas de las alteridades, los no humanos. En ese sentido, el animalismo implica rechazar cualquier otra forma de opresión. Sin embargo, lo mismo no pasa con la lucha feminista que no ha sabido integrar integralmente su lucha, y ha caído en una suerte de reproducción de discursos, actitudes y comportamientos autoritarios y de dominio; los mismos discursos que criticamos quienes nos consideramos feministas. Esto nos lleva a la última pregunta: El feminismo es un humanismo o es animalismo, la solución es “animalizarnos” o “humanizarnos” ? “Un anuncio publicado en los periódicos de 1845 se refería de este modo a una mujer esclavizada: “se vende, recientemente parida, con abundante leche”. La explotación de las mujeres y de los animales se desarrolla en paralelo” (Benet, 2015). El humanismo construye corporalidades al que llama humano: un cuerpo blanco-mestizo, heterosexual, viril, seminal. Un cuerpo estratificado y lleno de órganos, lleno de capital, cuyos gestos están cronometrados y cuyos deseos son el efecto de una tecnología necropolítica del placer (Preciado, 2014). Por el contrario el animalismo de-construye la colonialidad, y sobre todo los principios patriarcales del humanismo europeo. Compañerxs, el feminismo no es un humanismo es animalismo. Si lo que se pretende es liberar a las diversidades sexo-genéricas de la opresión no podemos seguir pensándonos dentro del mismo sistema que nos discrimina. Cómo hablar de feminismo, si oprimimos, violentamos y asesinamos a hembras de otras especies.
La producción lechera destinada a los humanos es una explotación explicita del cuerpo de la femeninas y refleja una forma de violencia sexual. Las vacas son violadas por las máquinas, tienen a sus hij@s y luego son robad@s (y sufren  mucho cuando esto sucede), sus cuerpos son violados a diario en la extracción de su leche, son bombeadas de hormonas para aumentar la “producción” de la leche materna, y sus cuerpos se vuelven tan débiles que mueren o son enviadas a ser asesinadas a los 4 años aunque naturalmente vivirían 15 o 20 años” (Serrano, 2010, p.7).
Sin embargo, conocer casos de coerción y violencia sexual genera repudio a la mayoría de la gente. Pero, qué reacciones generaríamos si conociéramos los mismos casos que día tras día viven las féminas no-humanas ? Cómo pretender creer en igualdad si en nuestros propios platos lo último que existe es igualdad ?
Frederick Douglass en su autobiografía “Vida de un esclavo americano contada por el mismo”, publicada en 1845. En uno de los pasajes cuenta cómo un hombre blanco, tras años de trabajo duro y ahorro, se compra a una mujer negra (Caroline) y, para rentabilizar la inversión, alquila a un hombre negro (esclavo) para encerrarlo con ella en una habitación. Al cabo de un tiempo Caroline dio a luz a gemelos, con lo que el propietario obtuvo el rédito esperado (Citado en Benet, 2015, p.5).
Entonces, nos queda por cuestionarnos qué tan feministas creíamos ser ? Les invito a tener solidaridad de género no-especista. Del mismo modo que lo hicieron nuestras primeras activistas feministas. Mary Wollstonecraft escribió “Vindicación de los derechos de la mujer”, una de las obras fundacionales del movimiento feminista. Las mujeres destacaron por reivindicar un trato ético a los animales: Mary Wollstonecraft, Lucy Stone, Virginia Wolf “Escribieron y trabajaron para evitar la crueldad humana con los animales”. Y también eran feministas. Luchaban en dos frentes: por el derecho al voto (sufragismo) y contra la vivisección (experimentos con animales vivos). Eva Benet recuerda que muchas sufragistas fueron vegetarianas. El “feminismo cultural” del siglo XX volvió a relacionar vegetarianismo y feminismo (2015). El problema es que ahora el feminismo es humanismo y no animalismo. Tenemos nosotrxs las feministas que animalizarnos más, pero sobre todo ser coherentes. Seguir luchando desde nuestra trinchera pero sin oprimir a las demás alteridades, peor a las féminas de otras especies; y eso comienza en nuestros platos.

                                

En suma, sin ánimo de extender más estos ejemplos, atroces, el hetero-patriarcado, el especismo, el racismo, el sexismo y el clasismo se construyen y apoyan unos a otros. Existen en la medida en la que otro existe. Ningún tipo de discriminación es legítima sin importar quien sea la víctima.
La mayoría de animalistas en virtud de entender la opresión de los animales no humanos abrazan otras luchas anticapitalistas de izquierda: ecologista, feminista y resistencia indígena. Esto, permite analizar como del mismo modo que las diferentes formas de opresión de apoyan unas sobre otras, las diferentes luchas de liberación también se apoyan unas sobre otras.
Toda forma de opresión: hetero-patriarcado, autoritarismo estructural moderno-colonial, especismo, racismo, sexismo, clasismo se guían bajo un mismo patrón: la relación de poder con base en la diferencia y por tanto jerarquización, en la objetivación del oprimido. Este axioma no distingue especie ni género ni étnia. Por lo que la labor de nosotrxs lxs indixs, las mujeres, los animales es aliarnos y luchar en conjunto, pero sobre todo dejar de esclavizar a otrxs con nuestras propias cadenas.
                                                                                     Juan José Ponce, 2015


Referencias:
Bourdieu, P. (2000). La dominación masculina. Barcelona: Editorial Anagrama.
Butler, J., & Soley-Beltran, P. (2006). Deshacer el género. Barcelona: Paidós.
Best, S. (2009). The rise of critical animal studies: Putting theory into action and animal liberation into higher education. Journal for Critical Animal Studies,7(1), 9-52.
Benet, E. (2015). Feminismo y animalismo: dos luchas en común. Rebelión.org. Recuperado desde: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=196282&hc_location=ufi
Casares, A. M. (2006). Antropología del género: culturas, mitos y estereotipos sexuales (Vol. 89). Valencia: Universitat de València.
Ética, política y animalismo. (2013). Recuperado desde: http://www.desdeabajo.info/colombia/item/23143-%C3%A9tica-pol%C3%ADtica-y-animalismo.html?hc_location=ufi
Halberstam, J. (2008). Masculinidad Femenina. Barcelona: Egales
Ortner, S. B. (1972). Is female to male as nature is to culture?. Feminist Studies, 5-31.
Preciado, B. (2014). El feminismo no es un humanismo. Parole de Queer.blogspot.com. Recuperado desde: http://paroledequeer.blogspot.com.ar/2014/10/el-feminismo-no-es-humanismo-por.html?hc_location=ufi
Tubert, S. (2004). Sexo, género y antropología. Madrid: Catedra.
Trávez, D., Castellanos, S., Viteri, M. (2013). Resentir lo queer en América Latina: diálogos desde/con el sur. Barcelona: Egales.
Joy, M. (2013). Por qué amamos a los perros, nos comemos a los cerdos y nos vestimos con las vacas. Madrid: Plaza y Valdés.
Singer, P., & Casal, P. (1999). Liberación animal. Madrid: Trotta.
Serrano, N. (2010). Los lácteos, una cuestión feminista. mentevegana.com. Recuperados desde: http://www.mentevegana.com/los-lacteos-una-cuestion-feminista/?hc_location=ufi