Pensando
el feminismo desde el Sur: una lucha anti-especista

"Los animales
del mundo existen por sus propias razones. No fueron hechos para los humanos,
del mismo modo que los negros no fueron hechos para los blancos o las mujeres
para los hombres" Alice Walker, activista vegana y feminista.
"You cannot claim to be against the oppression of females and fight
against gender inequality while eating animal products or supporting animal
exploitation of any form. It’s just so absolutely outlandish given the ways
that our patriarchal culture is so heavily rooted within animal agriculture. It
is debatable that perhaps the animal agriculture system is where the entire
patriarchal system began. Do you not understand that the meat, dairy, and egg
industries flourishoff of the subjugation of females and their
reproductive systems? Can you not see that this entire system is built around
the principle of reproductive control of female bodies and the objectification
of them?"
"If you claim to be a feminist and you're not vegan, then
you're absolutely confused on what the meaning of feminist is". Kaye, activistas
vegana y feminista.
Las luchas de reivindicación sociales han
existido desde que la opresión existe, y sobre todo surgen en contraposición a
la subordinación y jerarquización basadas en las diferencias. Estas luchas
generan cambios y resistencia ante el orden hegemónico establecido cuando la
clase afectada se hace consiente de la violencia estructural o coyuntural que
sufre. En ese contexto, surge la lucha feminista, como ya veremos más adelante,
este proceso de emancipación ha tenido varias olas. Pero, el factor clave, para
propósitos del presente estudio, es la similitud de los presupuestos
epistemológicos entre dos luchas, la previamente mencionada y el animalismo.
Profundizando un poco más en los factores de fondo no de forma de las luchas.
Si hacemos un análisis de las diferentes luchas reivindicativas encontramos que
todas las luchas de izquierda tienen ciertos preceptos en común. Sin embargo,
el principal problema es, justamente, la separación y/o divergencia de las
luchas e incluso la contraposición de una con otra. Esta perspectiva univoca y
unilateral, desde mi punto de vista, ha logrado poca o nula incidencia en la liberación
total. La lucha de clases, la lucha ecologista, la lucha feminista, la lucha
animalista; todas por su lado, a veces atacándose e invalidando la legitimidad
de una u otra lucha.
En ese contexto, unilateral y deficiente de las
luchas, surge mi pregunta principal. Si el
especista rompe el principio de igualdad al asignar mayor valor a la vida de una especie que a la de otra, por el simple hecho de que la especie discriminada no nació dentro de la especie privilegiada; el racista rompe el principio de igualdad al asignar mayor valor a la vida de los blancos que a la de los negros, del mismo modo en el sexismo se rompe el principio cuando se asigna mayor valor a la vida de los hombres que a la de las mujeres, las diversidades sexo-genéricas y las masculinidades no-dominantes. A la final el prejuicio de discriminación responde a la misma dinámica, las relaciones de poder. Todas las sub-alteridades/alternidades son violentadas bajo la misma subordinación, unas más que otras, apoyadas en el imaginario colectivo de la sociedad, y con esto en discursos hegemónicos que reproducen actitudes y comportamientos que refuerzan estos imaginarios.
especista rompe el principio de igualdad al asignar mayor valor a la vida de una especie que a la de otra, por el simple hecho de que la especie discriminada no nació dentro de la especie privilegiada; el racista rompe el principio de igualdad al asignar mayor valor a la vida de los blancos que a la de los negros, del mismo modo en el sexismo se rompe el principio cuando se asigna mayor valor a la vida de los hombres que a la de las mujeres, las diversidades sexo-genéricas y las masculinidades no-dominantes. A la final el prejuicio de discriminación responde a la misma dinámica, las relaciones de poder. Todas las sub-alteridades/alternidades son violentadas bajo la misma subordinación, unas más que otras, apoyadas en el imaginario colectivo de la sociedad, y con esto en discursos hegemónicos que reproducen actitudes y comportamientos que refuerzan estos imaginarios.
Esta
investigación se sostiene en el marco conceptual de la antropología de género,
antropología queer y en los estudios críticos sobre los derechos de los
animales. Se abordaran varias temáticas. Primero, la conceptualización del
género en relación a las construcciones culturales que sostienen la
subordinación de las mujeres. En este proceso, dado que la subordinación de las
mujeres y de los animales es paralelo, se harán referencias históricas y
teóricas para problematizar esta relación. Segundo, se hablará sobre la relación
epistemológica y esencial entre feminismo y animalismo. Y finalmente, desde la
antropología queer y desde la teoría de la liberación total se cuestionara al
feminismo antropocéntrico, y posibles soluciones para deconstruir los binarios
en relación al sexismo y especismo.
La
construcción y definición del concepto de género siempre ha sido confusa, ambigua
y compleja (Casares, 2008). A pesar, de la difícil conceptualización, la
antropología de género que surge en 1970 en gran medida, por el movimiento
feminista (Casares, 2008), ayuda a entender el concepto de género, sus
relaciones simbólicas e interseccionalidades (parentesco, religión,
producción), las relaciones de poder y formas de opresión. Desde aquel marco
conceptual se analizan los binarios que soportan la subordinación de las
mujeres. Según Tubert (2003) estos conceptos antagónicos son: mujer-hombre,
naturaleza-cultura, privado-público. Todas estas percepciones dicotómicas que
soportan la subordinación y determinan la inaccesibilidad a ciertas áreas del
estrato social, y sobre todo limitan el accionar de las mujeres, están mediadas
bajo el determinismo biológico y a partir de eso como dice Tubert (2003) surge
una construcción social para ser precisos del pensamiento de occidente. La infravaloración de las mujeres está sujeta
a su corporalidad, está dada por su materialidad como “mujer-biológica”. Esta
“biologización” del cuerpo se traduce en: la mujer que por sus cualidades
reproductivas, por su “sexo” –categorías biológicas- tiene que regirse a los
dictámenes en relación a su “genero” femenino –categorías sociales-. Es decir,
la mujer como dadora de cuidados dentro de su “naturaleza” pertenece al estrato
“privado” por lo tanto es inexorable que las mujeres se empoderen de su cuerpo
en cualquier expresión sexual o insubordinación, que transgreda este sistema
culturalmente construido y preestablecido. Bajo esta misma lógica este sistema prohíbe
y castiga el acceso a ciertas áreas de índole, específicamente, “masculinas”.
Esto, produce otro cuestionamiento: qué es lo “masculino” ? Ya se profundizará
sobre este concepto más adelante. Por ahora, sigamos problematizando la
dicotomía naturaleza-cultura, y en general todos estos paradigmas culturales
pensados desde los binarios porque como veremos más adelante, las mismas
distinciones semánticas antagónicas basadas en los conceptos maniqueistas,
previamente mencionados, que se usan para subordinar a las mujeres se usan para
subordinar a otra clase de oprimidos, los animales no humanos.
En
ese contexto, es interesante cuestionar la marcada universalidad de la
subordinación de las mujeres para considerar los conceptos antagónicos
naturaleza-cultura. A pesar de que las concepciones y los simbolismos,
relativos a las mujeres, sean distintos de acuerdo a la perspectiva cultural,
la infravaloración de las mujeres es un imperativo (Ortner, 2005). El sistema
social, en general, tiene como estructura una marcada asunción: la inferioridad
de la mujer; esto se sostiene bajo tres pilares importantes: ideología
específica, simbolizaciones y constructos socio-culturales (Ortner, 2005). Como
ya veremos más adelante, estas concepciones y simbolismos universales devienen
en concepciones y simbolismos para los animales no humanos. Ya profundizaremos
la relación teórica entre feminismo y animalismo pero hasta entonces
cuestionémonos estos factores que sostienen las relaciones de poder y
dominación sobre el “otro”, sin importar quien sea ese “otro”.
Esta
universalización de la inferiorización del “otro”, en este caso, de las mujeres
se traduce en que las sociedades que subordinan a las mujeres adquieren un
imaginario colectivo que sitúa a las mujeres más cercanas a la naturaleza, y a
los hombres a la cultura. Esto se debe, en parte, al determinismo genético,
dado que la mujer tiene facultades naturales de procreación está apegada a la
naturaleza (Ortner, 2005). Con base en aquel determinismo biológico se
construyen los roles marcados y tradicionales de las mujeres. En suma, uno de
los fuertes paradigmas que sostienen su subordinación es la naturalización de
su supuesta inferioridad con base en diferencias determinadas biológicamente.
En orden de seguir
problematizando las cuestiones de género, recordemos la difícil
conceptualización de: Género, y con esto sus límites. Como dice Casares, la
construcción de género surge para romper con el determinismo biológico de lo “femenino”
y lo “masculino”, el propósito fue acabar con el pensamiento identitario
dualista (2008). A breves rasgos el género es una construcción socio-cultural,
por lo tanto, una categoría social impuesta a cuerpos sexuados (Casares, 2008).
Sin embargo, la noción de género sigue sujeta a los dualismos del sexo: hombre
y mujer, por supuesto que fue un gran pasó el hecho de replantearse “lo
femenino”, “lo masculino” y muchas otras categorías. Pero, como se plantea. Y
con la primera ola del feminismo se cayó y se perpetuaron los mismos discursos
que un inicio se cuestionaban (Casares, 2008). La complejidad de la sexualidad
humana es amplia así como sus construcciones socio-culturales. Es por eso
necesario pensar las teorías feministas más allá del género, e incluso más allá
del sexo. El problema de diferenciar es que en base a esa diferenciación
necesariamente se jerarquiza y se discrimina a todos/as quienes salgan de la
normatividad. Y ese fue el problema del feminismo neófito se lo pensó desde el
sistema, único, de las mujeres y no desde un sistema complejo de género. Se
terminó reproduciendo y repensando las teorías desde la normatividad de los
binarios.
A propósito del feminismo como humanismo. Es preciso
cuestionarse que es lo considerado “humano”, y sobre todo quien lo ha
construido. Buttler y Soley-Beltran dicen que lo que se piensa cómo humano
tiene características muy específicas: visibilización de una raza,
reconocimiento de una morfología, verificación perceptiva de un sexo,
categorización de una etnicidad (2006). En ese sentido, quienes se salen de
cualquier de las normas planteadas son entendidas como menos humanas, y por lo
tanto, están sujetas a discriminación, sub-ordinación y violencia. Entonces,
esto nos hace cuestionarnos el feminismo, realmente, es humanismo ? Y sobre
todo, a preguntarnos sobre quien es el “otro”. Problematizando nuestra relación
con el otro y sobre nuestra propia otredad. Tenemos un sistema en donde la
tolerancia es la norma, y muchos no la acatan, sin embargo la inclusión debería
ser la norma. Repensar como mi yo se construye a partir del otro, y como esa
construcción necesariamente implica rechazar lo que no es concebido como mío.
Entonces para incluir al “otro” tenemos que expandir lo “humano” o
“animalizarnos” ? Es necesario pensar nuestra propia otredad, y como el otro no
deja de ser el otro ya que no se le tolera, sino se le incluye. Con este
contexto dado doy, eventual, fin al marco de la antropología de género.
Entonces, retomemos las preguntas sueltas que se
responderán en este momento, al vincular lo ya inherente y esencialmente
vinculado: el feminismo y el animalismo. Qué es lo “masculino”? Las mismas
distinciones de conceptos antagónicos se usan para subordinar a los animales
no-humanos? las concepciones y simbolismos universales devienen en concepciones
y simbolismos para los animales no humanos, también? La lucha feminista y la
lucha animalista reproduciendo discursos que refuerzan su dominación ? El
feminismo es un humanismo o es animalismo, la solución es “animalizarnos” o
“humanizarnos” ? Todo esto será analizado en el marco de la antropología queer,
las intersecionalidades, el colonialismo y los estudios críticos animalistas.
Lo que une a todas las luchas de izquierda es la
contraposición a un fuerte paradigma estructural que se reproduce día tras día
a través del discurso, de las relaciones de poder, de la división sexual del
trabajo, de actitudes y comportamientos que violentan a las alteridades, el capitalismo.
Este modelo socio-económico es nuestro enemigo en común. Un sistema inviable
que piensa en la naturaleza como una bestia a la cual hay que domarla y
explotarla, del mismo modo con todas las demás alteridades: animales no
humanos, mujeres, diversidad sexo-genérica, diversidad étnica, etc. Esto con un
fin superior, la acumulación por la acumulación del capital, el crecimiento
económico y el vivir mejor. En este sistema que mercantiliza la vida, y reduce
a unidades de producción a todxs quienes no están en el poder, es imposible
pensarnos a nosotrxs las alteridades, lxs indixs, las mujeres, los animales
no-humanos, la naturaleza como un fin por sí mismo. Esto es inviable para el
capitalismo. La valía de cada ser esta medida por su capacidad productiva. En
ese contexto, es imposible pensar a la lucha feminista y animalista desligada
de una fuerte crítica al colonialismo, y con esto por supuesto al
judeo-cristianismo.
El colonialismo-moderno
reproduce discursos hegemónicos, heteronormativos, eurocéntricos, patriarcales,
androcéntricos y falo-céntricos que obstaculizan la re/de-construcción del
especismo y el sexismo. Es por eso que abrazo la teoría queer. La antropología queer es una línea de teorización neófita,
que comenzó en los años 90 (Casares, 2008). Según Viteri, Vidal-Ortiz y
Serrano, lo queer es un acto
desestabilizador (2010). En ese sentido, la antropología queer tiene ciertos retos de carácter metodológico y teórico. Por
ejemplo, sus principales objetivos son: de-construir las formas de apropiación
identitarias lineales, hegemónicas y heteronormativas (Casares, 2008). Segundo,
de-construir los supuestos binarios que se han naturalizado y legitiman
reproduciendo discursos en donde se subordina y discrimina al “otro”, ese otro
es todo aquel que no entra dentro de las categorizaciones binarias
heteronormadas, todo aquel que entra dentro de lo que se considera como “humano”:
hombre, europeo masculino, blanco-mestizo de clase media-alta. La complejidad
de lo queer implica romper con la
heteronormatividad, la homonormatividad, el eurocentrismo, y sobre todo para
propósitos de este ensayo implica romper con el antropocentrismo moderno-colonial
y entender, necesariamente desde interseccionalidades, cómo desde discursos y
articulaciones socio-políticas, religión, etnicidad, clase y diversidad
sexo-genérica se reproduce y perpetua la dominación del “otro” (Travéz,
Castellanos, Viteri, 2013). Esto, en suma es de-construir los antagónicos:
hombre/mujer, masculino/femenino, y de una vez introduzco el último binario
romper también con la más grande división semántica: lo humano/animal.
Es
importante destacar la importancia del movimiento y la teoría “queer” dentro
las luchas sociales de izquierda anti-capitalista. Lo queer, no necesariamente
involucra pertenecer a las diversidades sexo-genéricas: gays, lesbianas,
bisexuales y transexuales, sino, una persona puede ser queer, por el simple
hecho, de transgredir la normatividad y los discursos hegemónicos imperantes
que se reproducen y se construyen mediante y por el capitalismo. En ese
sentido, lo queer no solo abarca género y sexualidad sino también:
raza-etnicidad; clase e incluso especie.
Entonces,
qué es lo masculino ? Lo masculino es una construcción socio-cultural que tiene
relación con lo público y con lo cultural (Casares, 2008). Las masculinidades,
a pesar de haber varias, pues ya hemos aclarado que la complejidad de la vida
es grande, solo se traduce en una sola: las masculinidades dominantes y
hegemónicas (Bourdieu, 2000). Esta masculinidad estática tiene ciertas
características: incapacidad de expresar sentimientos, virilidad, agresividad
(Casares, 2008). Tal vez, se pregunten que tiene que ver las masculinidades con
el animalismo. La relación está en las estructuras de poder que reproducen las mismas
distinciones antagónicas para jerarquizar y violentar. Halberstam (2008) expone muy bien qué pasa cuando alguien
adopta otro tipo de masculinidad, qué pasa cuando alguien adopta lo que acuñó
como: masculinidades femeninas. Lo que nos hace introducir la segunda
pregunta. Las relaciones sociales de poder-dominio se fundamentan en binarios
absolutos que no dan cabida a cuestionamiento ya que perpetúan una relación
inequitativa que favorece a alguien, en este caso a toda persona que entre
dentro de lo que se considera como “masculino”. Lo mismo pasa con la
subordinación de los animales.
Richard
Ryder, un psicólogo social en 1970 acuño el término especismo (Citado en
Singer, Casal, 1999). El cual implica todo un sistema de dominación del otro
que se fundamenta en la diferencia. La especie privilegiada explota y subordina
a todo ser que no entra dentro de la especie protegida. Es un prejuicio discriminatorio
al igual que el racismo o el sexismo, la diferencia está en que la violencia no
se base en la condición sexo-genérica ni en la etnia o clase social sino en la
especie. El mismo sesgo absurdo que como ya hemos estudiado se fundamenta en
binarios, en dicotomías y en realidades maniqueistas. En el caso del sexismo,
como ya vimos es: naturaleza/cultura, publico/privado, masculino/femenino,
hombre/mujer. En el caso del racismo: blanco-mestizo/diversidades étnicas. Y en
el caso del especismo: humano/animal, civilizado/bárbaro, naturaleza/cultura.
Melanie Joy, una psicóloga social que estudió la psicología del carnismo y cuyo
nombre de su publicación es Por qué
amamos a los perros, nos comemos a los cerdos y nos vestimos con las vacas
(Joy, 2013), encontró distinciones semánticas similares. La mayoría de la
sociedad tiene en su imaginario cultural: “mascota”= perros, gatos;
“comida”=vacas, pollos, cerdos, peces; en virtud de esas distinciones
semánticas se excluye de toda consideración moral o asignación de derecho a
toda especie que sale de la normatividad (Joy, 2013). Sin embargo, como Singer
planteó esto carece de sentido, y está lleno de falacias lógicas. El principio
de igualdad consiste en tener las mismas consideraciones morales de un ser, sin
importar la naturaleza del mismo (Singer, 1999). Los animales son un fin por sí
mismos. Es decir, si todxs tenemos intereses en seguir vivos, nos alejamos del
dolor y experimentamos el placer, por qué habrían de respetarse esos intereses
en la especie humana y no en la de los demás ? Quien se oponga al principio de
igualdad es un fanático de su especie, al igual que los fanáticos de la “raza”
blanca o los fanáticos de la superioridad masculina.
Entonces como vemos son
similares los antagónicos que se usan para subordinar a las mujeres y para
subordinar a los animales no humanos. Otro factor similar, no solo en estas dos
clases de subordinación, sino en todas es la objetivación o animalización de
los oprimidos. Hace 500 años los indios no eran humanos, sino animales-bestias.
Hace 200 años los negros no eran humanos sino bestias-animales de trabajo. Y
hace 75 años las mujeres no eran humanas sino bestias-animales, máquinas de
parir.

El
carnismo es un sistema violento e invisible que se apoya y fundamenta en
diferentes instituciones para perpetuarse: educación, relación con los pares,
medicina y leyes (Joy, 2013). Esto es a propósito de la tercera pregunta, la
universalización de la subordinación. Las concepciones y simbolismos
universales devienen en concepciones y simbolismos para los animales no humanos
? Por supuesto que sí. El carnismo introyecta en el individuo tres paradigmas
que sostienen la explotación de los animales, y sobre todo no dan cabida a
cuestionamiento: “El consumo de animales muertos es normal, natural y
necesario” (Joy, 2013). Esto se nos hace conocido ? Claro que sí, la esclavitud
de los negros fue normal, natural y necesaria. La subordinación de las mujeres
y la supremacía de los hombres es normal, natural y necesaria. Como
profundizamos, previamente, la naturalización es un factor predominante en
cualquier tipo de dominación. En suma, los animales no humanos, las mujeres y
cualquier tipo alteridad/sub-alternidad son objetivizados bajo los mismos
paradigmas. El capitalismo no nos considera un fin por sí mismo, sino un medio
para un fin ulterior ajeno de nuestros propios intereses. La función de los
animales no humanos se ha convertido en su ontología, es decir: “¡no hay vacas
que den leche sino "vacas lecheras", no hay ganado que sea asesinado
y descuartizado para el consumo de su carne sino "ganado de carne"!
Nótese aquí cómo las palabras configuran realidades radicalmente diferentes.
Convertir sus funciones en ontología significa pensar que los "animales
domésticos" no tienen vida más allá de su relación, de dominio y
apropiación, con los "seres humanos"” (ética, política y animalismo,
2013). Lo mismo pasa con las mujeres, no son seres que existen cuyos fines
están sujetos a su propia decisión sino que son: madres, amas de casa,
trabajadoras sexuales, etc.
Problematizando
la tercera pregunta. La lucha feminista y la lucha animalista reproduciendo
discursos que refuerzan su dominación ? Este aspecto es esencial de analizar,
lamentablemente, las luchas de izquierda se oprimen unas a otras. Somos
esclavos/as encadenando con nuestras propias cadenas. Sin embargo si analizamos
las raíces de fondo del animalismo encontramos que: “el animalismo no es el
culto de un clan sobre otro clan. Por tanto, el animalismo no es un
heterosexualismo, ni homosexualismo, ni transexualismo” (Preciado, 2014). Esta
premisa, es sencilla de entender, el animalismo surge en contraposición al
antropocentrista moderno-colonial. La lucha animalista defiende a las más
dominadas de las alteridades, los no humanos. En ese sentido, el animalismo
implica rechazar cualquier otra forma de opresión. Sin embargo, lo mismo no
pasa con la lucha feminista que no ha sabido integrar integralmente su lucha, y
ha caído en una suerte de reproducción de discursos, actitudes y comportamientos
autoritarios y de dominio; los mismos discursos que criticamos quienes nos
consideramos feministas. Esto nos lleva a la última pregunta: El feminismo es
un humanismo o es animalismo, la solución es “animalizarnos” o “humanizarnos” ?
“Un anuncio publicado en los periódicos de 1845 se refería de este modo a una
mujer esclavizada: “se vende, recientemente parida, con abundante leche”. La
explotación de las mujeres y de los animales se desarrolla en paralelo” (Benet,
2015). El humanismo construye corporalidades al que llama humano: un
cuerpo blanco-mestizo, heterosexual, viril, seminal. Un cuerpo estratificado y
lleno de órganos, lleno de capital, cuyos gestos están cronometrados y cuyos
deseos son el efecto de una tecnología necropolítica del placer (Preciado,
2014). Por el contrario el animalismo de-construye la colonialidad, y sobre
todo los principios patriarcales del humanismo europeo. Compañerxs, el
feminismo no es un humanismo es animalismo. Si lo que se pretende es liberar a
las diversidades sexo-genéricas de la opresión no podemos seguir pensándonos
dentro del mismo sistema que nos discrimina. Cómo hablar de feminismo, si
oprimimos, violentamos y asesinamos a hembras de otras especies.
La
producción lechera destinada a los humanos es una explotación explicita del
cuerpo de la femeninas y refleja una forma de violencia sexual. Las vacas son
violadas por las máquinas, tienen a sus hij@s y luego son robad@s (y
sufren mucho cuando esto sucede), sus cuerpos son violados a diario en la
extracción de su leche, son bombeadas de hormonas para aumentar la “producción”
de la leche materna, y sus cuerpos se vuelven tan débiles que mueren o son
enviadas a ser asesinadas a los 4 años aunque naturalmente vivirían 15 o 20
años” (Serrano, 2010, p.7).
Sin embargo, conocer
casos de coerción y violencia sexual genera repudio a la mayoría de la gente.
Pero, qué reacciones generaríamos si conociéramos los mismos casos que día tras
día viven las féminas no-humanas ? Cómo pretender creer en igualdad si en
nuestros propios platos lo último que existe es igualdad ?
Frederick
Douglass en su autobiografía “Vida de un esclavo americano contada por el
mismo”, publicada en 1845. En uno de los pasajes cuenta cómo un hombre blanco,
tras años de trabajo duro y ahorro, se compra a una mujer negra (Caroline) y,
para rentabilizar la inversión, alquila a un hombre negro (esclavo) para
encerrarlo con ella en una habitación. Al cabo de un tiempo Caroline dio a luz
a gemelos, con lo que el propietario obtuvo el rédito esperado (Citado en
Benet, 2015, p.5).
Entonces, nos queda por
cuestionarnos qué tan feministas creíamos ser ? Les invito a tener solidaridad
de género no-especista. Del mismo modo que lo hicieron nuestras primeras
activistas feministas. Mary Wollstonecraft escribió “Vindicación de los
derechos de la mujer”, una de las obras fundacionales del movimiento feminista.
Las mujeres destacaron por reivindicar un trato ético a los animales: Mary
Wollstonecraft, Lucy Stone, Virginia Wolf “Escribieron y trabajaron para evitar
la crueldad humana con los animales”. Y también eran feministas. Luchaban en
dos frentes: por el derecho al voto (sufragismo) y contra la vivisección
(experimentos con animales vivos). Eva Benet recuerda que muchas sufragistas
fueron vegetarianas. El “feminismo cultural” del siglo XX volvió a relacionar
vegetarianismo y feminismo (2015). El problema es que ahora el feminismo es
humanismo y no animalismo. Tenemos nosotrxs las feministas que animalizarnos
más, pero sobre todo ser coherentes. Seguir luchando desde nuestra trinchera
pero sin oprimir a las demás alteridades, peor a las féminas de otras especies;
y eso comienza en nuestros platos.
En suma, sin ánimo de
extender más estos ejemplos, atroces, el hetero-patriarcado, el especismo, el
racismo, el sexismo y el clasismo se construyen y apoyan unos a otros. Existen
en la medida en la que otro existe. Ningún tipo de
discriminación es legítima sin importar quien sea la víctima.
La mayoría de animalistas
en virtud de entender la opresión de los animales no humanos abrazan otras
luchas anticapitalistas de izquierda: ecologista, feminista y resistencia
indígena. Esto, permite analizar como del mismo modo que las diferentes formas
de opresión de apoyan unas sobre otras, las diferentes luchas de liberación
también se apoyan unas sobre otras.
Toda forma de opresión:
hetero-patriarcado, autoritarismo estructural moderno-colonial, especismo,
racismo, sexismo, clasismo se guían bajo un mismo patrón: la relación de poder
con base en la diferencia y por tanto jerarquización, en la objetivación del oprimido.
Este axioma no distingue especie ni género ni étnia. Por lo que la labor de
nosotrxs lxs indixs, las mujeres, los animales es aliarnos y luchar en
conjunto, pero sobre todo dejar de esclavizar a otrxs con nuestras propias
cadenas.
Juan José Ponce, 2015
Referencias:
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Editorial Anagrama.
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Paidós.
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Benet, E. (2015). Feminismo y
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Recuperado desde:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=196282&hc_location=ufi
Casares, A. M. (2006). Antropología del género: culturas,
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Recuperado desde:
http://www.desdeabajo.info/colombia/item/23143-%C3%A9tica-pol%C3%ADtica-y-animalismo.html?hc_location=ufi
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