miércoles, 11 de marzo de 2015

BASES ÉTICAS DEL VEGANISMO


BASES ÉTICAS DEL VEGANISMO





Las bases éticas del veganismo se basan en que los modelos de producción y la cría intensiva de animales responden a un tipo de discriminación descrito como Especismo (Singer, 1999). Este término fue acuñado por Richard Ryder, psicólogo y filósofo británico en 1970, quien menciona que el especismo es un tipo de segregación equivalente al racismo o al sexismo (Singer, 1999). Posteriormente otros filósofos como por ejemplo Peter Singer en su libro “Animal Liberation” le daría más fuerza y sobretodo demostraría la importancia de este tema con ejemplos concretos. Este concepto argumenta que el pertenecer a una determinada especie, como sería la especie humana, no nos da superioridad moral para explotar a otra especie por ningún motivo (Singer, 1999; Bentham, 1781).  Un animal es un ser sintiente y capaz de experimentar sufrimiento tal como lo haríamos nosotros, por lo tanto, no es correcto maltratar o peor aún matar a un ser sintiente para satisfacer un gusto y no una necesidad (Bentham, 1781). La ética detrás del veganismo es una ampliación de nuestro círculo moral para todas esas especies que son capaces de sentir. Es desde esta perspectiva que el filósofo Jeremy Bentham hace una reflexión importante: “La pregunta no es, ¿Pueden razonar? ni ¿Pueden hablar?, sino, ¿Pueden sufrir?” (Bentham, 1781). Para poder realizar esta “conexión” es necesario conocer cuál es la verdad detrás de las granjas de producción, así como la explotación a la que están sometidos los animales que se usan en espectáculos como diversión, los animales de compañía, los animales que sirven para la experimentación, y los que se usan como vestimenta. 

Y por supuesto que los animales sufren en manos de los seres humanos. Las granjas de producción con el afán de incrementar sus ganancias han convertido la vida de los animales en un infierno (Singer, 1999). Desde el pollito más pequeño, hasta la vaca más grande, su vida está predestinada, ya que la industria ha dejado de ver a los animales como seres vivos y los trata a manera de “unidades productivas” (Riechmann, 2005; Singer, 1999). La mayoría de ellos viven en pequeñas jaulas durante toda la vida, donde moverse, caminar, o simplemente acostarse son privilegios que ellos no conocen hasta que los llevan al matadero (Singer, 1999). En el caso de las vacas, son animales que son obligadas a reproducirse de una manera antinatural y a más de eso, sus bebés son separados a edades tempranas para satisfacer los niveles de producción. Automutilaciones, enfermedades, estrés y muerte súbita son las consecuencias de este tipo de manejo en las granjas de producción, sin embargo, todo está oculto tras las excelentes campañas publicitarias donde se observan animales felices y libres en las granjas, pero lastimosamente nada de esto es real (Singer, 1999). 


Podemos observar la explotación animal a todo nivel, por ejemplo los espectáculos donde se utilizan animales. Circos, corridas de toros, peleas de perros o gallos, son solo algunos de los ejemplos donde el maltrato y la diversión de unos pocos se juntan. Algunas de estas actividades escudadas bajo el lema de “tradiciones” no han podido ser abolidas, incluso en nuestro país. Los animales de compañía como perros y gatos también sufren de explotación a gran escala en las “fabricas de cachorros” o puppymills, donde se escogen razas para reproducirlas dentro de jaulas diminutas y poco higiénicas donde lo que prima son las ganancias económicas más no el bienestar del animal, el cual generalmente sufre de enfermedades incluso genéticas por la endogamia a la que son sometidos (Singer, 1999).

La experimentación animal es otro tema muy extenso y complejo a tratar. Por lo general, los que llevan a cabo este tipo de prácticas son las farmacéuticas, universidades o empresas cosméticas que están probando sus productos en modelos animales para después sacarlos al mercado para los seres humanos. Sin embargo, el testeo sobre animales no garantiza la seguridad de dichos productos debido a que cada especie es capaz de reaccionar de manera diferente a un mismo producto (Singer, 1999). El hecho de colocar sustancias irritantes o corrosivas en ojos de conejos, o de obligar a ingerir sustancias tóxicas a los animales para calcular la dosis letal de un producto, no son actos éticos, pero son justificados por un mercado que desconoce la realidad (Singer, 1999). 

El uso de animales ya sea para diversión, experimentación o alimentación no están justificadas por la necesidad del ser humano, sino mas bien responden a un mercado y a clientes que son engañados o desconocen la verdad acerca de la explotación animal. El especismo es un tipo de discriminación equivalente al racismo o al sexismo que trata de poner los interés de una especie por sobre las demás, pero muchos filósofos han comenzado a reflexionar y defender la idea que este tipo de trato hacia otros seres vivos no es ético, y que tanto animales humanos como los no humanos son capaces de sentir y eso es lo que importa. 

Referencias:


Bentham, J. (1781). An introduction to the Principles of morals and legislation. Recuperado el 01/03/2015 desde: http://socserv2.socsci.mcmaster.ca/econ/ugcm/3ll3/bentham/morals.pdf.

Riechmann, J. (2005). Todos los animales somos hermanos. Ensayo sobre el lugar de los animales en las sociedades industrailizadas. Catarata Editores. Madrid – España.


Singer, P. (1999). Animal Liberation. Editorial Trotta. Madrid – España.